Para Platón (427 a. C. – 347 a. C) el ser humano está constituido de cuerpo y alma. Dicha alma es de naturaleza inmaterial y espiritual, y tiene gran semejanza a las cosas divinas; así pues, es inmortal y existe previamente al cuerpo.
El lugar propio y adecuado de las almas es el mundo inteligible. Pero a causa de un error que cometieron, cayeron a este mundo, al mundo sensible, y se unieron a un cuerpo. Esta unión del cuerpo y del alma es de carácter accidental, el alma se encuentra en el cuerpo como un navegante en su velero o un jinete en su caballo, pero además, es anti-natural y forzada , es decir, en esta unión, el alma sufre una notable disminución de sus facultades intelectuales y volitivas. El cuerpo viene a ser pues, como una cárcel, una tumba, para el alma.
En la teoría platónica encontramos contenidos provenientes de los misterios órficos y pitagóricos que dicen que el alma, en su unión con el cuerpo, posee la misión de purificarse de las inclinaciones o aceptaciones del CUERPO, como pueden ser deseos, afectos, pasiones, etc..¿Pero cómo se consigue este objetivo platónico? La respuesta, en principio, parece fácil y es comportándonos adecuadamente. En este caso, si el alma logra purificarse, una vez muerto el cuerpo volverá a su lugar propio; al mundo inteligible en donde permanecerá feliz contemplando las grandes verdades, es decir el mundo de las ideas.
María Sánchez Martínez.1ºDC
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