jueves, 9 de diciembre de 2010

El Hombre Bicentenario

El hombre bicentenario



La película trata de un robot que está programado para obedecer a su dueño, pero este robot tiene la capacidad de ir más allá a consecuencia de un fallo. El robot se va desarrollando como humano, desde la parte más biológica a la parte sentimental y psicológica; sufre el proceso de humanización.

Como hemos dicho antes, este no es un robot cualquiera sino que es  un robot único; no solo obedece, sino que se plantea cosas y quiere aprender (cualidades humanas). Esta cualidad se debe a un fallo, por ausencia de perfección en el mecanismo de este robot. Y precisamente es la existencia de fallos y la ausencia de perfección dos de las cosas fundamentales que nos diferencian de las máquinas o robots. Porque si decimos que alguien es perfecto (y entendemos que la perfección es algo determinado) quizás estaríamos hablando de un determinismo enmascarado. Pero es que si hablamos de un robot con este tipo de fallos, estamos entendiendo que ese robot deja de ser predecible, (aunque no está claro que el hecho de ser predecible escape a la condición humana; es más, la mayoría de los humanos son predecibles y no por ello dejan de ser humanos; sino que dejan de ser libres.)
 Decimos que los humanos somos únicos, pero un robot único, ¿no sería una paradoja? ¿Robot humanizado? ¿o humano robotizado? ¿Dónde está la frontera? ¿En el origen? Tampoco parece porque ¿no decimos también que los humanos se humanizan, no exclusivamente por el hecho de provenir de unos padres humanos, sino gracias a vivir en sociedad?
Al cabo del tiempo su amo le concede la “libertad” y decide construirse su propia casa. Es entonces cuando conoce a un hombre que mezcla biología con robótica, y le da un aspecto físico humano. Además, el robot tiene la capacidad humana de enamorarse y sentir sensaciones humanas. El mayor deseo del robot es alcanzar la cualidad de humano, para lo cual decide incluso hacerse una transfusión de sangre, que supone una “fecha de caducidad” no fijada (cualidad que no hay en los robots).
Al final el robot muere, algo imposible para un robot. Entonces, ¿la cualidad de morir es lo que nos hace humanos? ¿O es el hecho de morir sin necesidad de que se nos imponga esta condición?
Hay muchos interrogantes a la frontera humano-robótica. Hay quien se limita a decir que nosotros somos humanos y ellos robots. ¿Pero no es más humano el robot que se enamora que el humano que (por ejemplo) sigue a un partido totalitario, siendo un simple engranaje de esa máquina? Yo pienso que el humano no nace, sino que se hace. Y este “hacerse humano” se fundamenta en la presencia de fallos (sin suponer esto una excusa para todo; “me equivoco porque soy humano”), en la libertad y en el no determinismo.




JUAN VALERO

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